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EL PELIGRO DE VIVIR EN DONETSK
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Publicado en 08/12/2022

Por Denis Grigoriuk

 

Las mañanas típicas de Donetsk son algo así: proyectiles hincados en el asfalto, restos de cristales esparcidos por todas partes, olor a goma de los vehículos civiles quemados, estudio de las consecuencias de los bombardeos nocturnos de la ciudad, servicios públicos que reparan las paradas del transporte, fuerzas de seguridad que registran la destrucción e informes de las armas utilizadas por las Fuerzas Armadas de Ucrania.

 

Anoche, el centro de Donetsk fue bombardeado de nuevo. Unos doce misiles Grad BM-21 impactaron en los alrededores del edificio del ayuntamiento de la ciudad. El ayuntamiento empieza a parecerse a lo que solíamos ver en Mariupol tras las batallas. Además del edificio de la administración, también los bloques residenciales sufrieron daños, vehículos civiles acabaron ardiendo y se registró un impacto directo en el edificio del hotel sin terminar en la calle Universitetskaya. Murió un empleado del Ministerio de Situaciones de Emergencia, que circulaba en un vehículo oficial.

 

Pero ese no fue el único ataque que ocurrió en Donetsk el 1 de diciembre.

 

Por la tarde, el hotel Ramada y una guardería sufrieron daños y un edificio de apartamentos sufrió un impacto directo. Hubo víctimas civiles, ya que el bombardeo se produjo durante el día. No es noticia que el centro de Donetsk se encuentre constantemente bajo el fuego ucraniano.

 

Por desgracia, se ha convencido en algo que ya se ha aceptado, así que las informaciones sobre los bombardeos no causan ninguna resonancia.

 

Solo se piensa: “Han atacado otra vez lugares en los que se reúne la población, ¿y qué?”. Además, no hay progreso en el frente como ocurría en primavera.

 

Durante meses, las Fuerzas Armadas de Ucrania han golpeado barrios residenciales con los sistemas de artillería a su disposición. Los últimos ataques difieren únicamente en el hecho de que los Grad BM-21 soviéticos se están utilizando con mayor frecuencia.

Hasta hace poco, proyectiles occidentales volaban sobre el centro de Donetsk más a menudo, ahora son los Grads los que sobresalen del asfalto. La diferencia es que las armas de la OTAN son más precisas que los Grads antiguos.

 

En este caso, no importa dónde hay instalaciones militares, edificios importantes o administrativos en los alrededores o en las proximidades (aunque también ellos sufren daños a causa de los numerosos bombardeos), lo importante es el mensaje. Los ataques no tienen un objetivo militar.

Los bombardeos de artillería contra objetivos puramente civiles no acercan al Ejército Ucraniano a la victoria militar, pero Kiev es consciente de la importancia que tiene en las mentes de la población.

 

De ahí que se enfatice fundamentalmente los ataques en los que los bombardeos ucranianos “trabajan” contra barrios residenciales.

 

En paralelo a los ataques psicológicos se producen ataques “informativos”. Eso es exactamente lo que hace el Centro de Información y Operaciones Psicológicas, del que tanto se habla, aunque cada vez con más escepticismo, ya que funcionan bien los argumentos que Kiev ha utilizado durante años en el conflicto de Donbass.

 

No hace falta refutar nada cuando es posible ridiculizarlo, lo que significa que no puede hacerse una tesis “tóxica” que no será tenida en cuenta.

 

Sin embargo, el Centro continuará con su trabajo y lo hará con efectividad.

En los comentarios, se puede observar cada vez más bots que se dedican a causar el pánico entre la población civil de la RPD.

 

El manual de entrenamiento ucraniano también se distribuye por los liberales rusos, que dicen que estos bombardeos de Donetsk son reales, pero todo lo que ha pasado hasta ahora era propaganda, porque si hubieran golpeado así la ciudad durante ocho años, todo sería como Mariupol durante la batalla.

 

Se trata de una distorsión deliberada de los hechos y de un intento de ajustarlos a su percepción de lo que ha ocurrido en Donbass durante ocho años y medio.

 

No hay nada nuevo en esta situación. Todo se parece cada vez más al final del año 2014, cuando ambos bandos en conflicto se encontraban atrincherados y apenas había acciones ofensivas.

 

En aquel momento, estaban en vigor los acuerdos de Minsk. Todo cambió en enero de 2015, cuando las Fuerzas Armadas de Ucrania trataron de atacar el territorio de la RPD, riéndose de todo acuerdo de paz. Aquello acabó con la captura del aeropuerto de Donetsk por parte de las fuerzas republicanas, que también lograron el control de Uglegorsk, Debaltsevo y las localidades adyacentes.

El resultado de aquel empeoramiento fue la firma de Minsk-2, que también existió solo sobre el papel, mientras Ucrania se preparaba para solucionar la cuestión por la fuerza. Ucrania tuvo en cuenta la experiencia del anterior empeoramiento, así que nadie iba a ir a un ataque abierto, sino que pasó años rearmando a su ejército para asegurarse de poder tomar Donbass, mientras, en paralelo, las Fuerzas Armadas de Ucrania ocupaban poco a poco la llamada zona gris para acortar la distancia entre las partes enfrentadas, pero entonces llegó el 24 de febrero.

 

Es evidente que la lucha continuará en 2023. No hay duda de que ninguna de las partes se detendrá en la situación actual.

 

Contra las informaciones que se leen en la red sobre el intento de congelar el conflicto, las condiciones para ello aún no existen. Aunque pudiera llegarse a algún tipo de acuerdo, no tendría significado alguno para Donetsk.

 

Los bombardeos continuarán mientras las Fuerzas Armadas de Ucrania dispongan del rango de artillería. Teniendo en cuenta que sus sistemas le permiten golpear en la retaguardia de la RPD, es difícil decir cuándo podrán sentirse segura la población de la RPD.

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